Uva de California; el rostro de los migrantes en busca del sueño americano

Uva de California - Migración Estados Unidos
Sección: 
México

Por Antonio Torres

Bakersfield, California.-

Miles y miles de personas de todo el mundo buscan llegar a trabajar a Estados Unidos, latinoamericanos y mexicanos, principalmente; sólo unos cuantos lo logran, pero penetrar la frontera antes no era tan difícil, cuentan trabajadores del campo que llegaron al país de las barras y las estrellas, desde hace varias décadas, cada uno con su propia historia, y esfuerzo en los campos que producen toneladas de alimentos para saciar a la población norteamericana.

El Valle Central no es la excepción ya que es uno de los más productivos del mundo, aquí se cultivan todo tipo de productos como frutas y vegetales como zanahorias, sandía, naranja, blueberries, mandarina, chiles, almendras, pistaches, higos y un cultivo muy especial que perduró por años, la uva: verde, roja, morada, negra y con sus diferentes estilos y nombres.

El cultivo de la uva se extiende a lo largo y ancho de Kern, uno de los 58 condados del estado de California fundado en 1853, donde los migrantes trabajan en las viñas, como es el caso de la cuadrilla de Benigno, compuesta por alrededor de 60 personas que a diario cosechan miles de toneladas de esta singular fruta, misma que va a dar en las mesas de todos los estados de la Unión Americana.

El trabajo de los migrantes es vital para la economía de California, muchos de ellos cuentan con la habilidad y la experiencia para bajar racimos completos de uva, limpiarlos y empacarlos listos para su venta, es un gran trabajo que realizan, pero atrás de esta gran producción está la historia de cada trabajador agrícola, la mayoría originarios de México, de Durango, Veracruz, Michoacán, Oaxaca, Sonora, Sinaloa, Jalisco, Aguascalientes y muchos más.

Para Luz Elena Carlos mejor conocida como “La Tía”, oriunda de Durango, el sueño americano comenzó cuando quedó viuda con 5 hijos, y al verse sola decidió aceptar la invitación de su padre para venirse a trabajar del otro lado de la frontera.

La Tía

 

Ella “aventurera” como se califica, emprendió el viaje hace más de 38 años, y desde entonces su vida transcurrió entre los campos de uva; Luz Elena Carlos le entra casi a todo, porque a pesar de su edad que roza los 80 años, sigue vital.

Lo único que no hace es emplearse en el surco, y mejor se dedica de lleno al empaque de la uva, porque “puedo resbalar y una caída a mi edad sería muy difícil”, platica animosa con su gorra donde se puede leer: “La Tía”.

Orgullosa, se le ve caminando todavía derechita y con rapidez para iniciar sus labores, se pone sus guantes y su paliacate para cubrir su rostro del calor extremo entre julio-septiembre y del frío también extremo que inicia en octubre.

Luz Elena cuenta que ya nunca regresó a su Durango querido, porque hizo su vida acá  con su segundo esposo, Taurino, de 93 años de edad y quien también muy grande dejó el trabajo del campo.

De pequeña, La Tía quería ser cantante, como las grandes, pero no lo logró para fortuna de sus compañeros de jornada, que ahora se deleitan de su entonada voz cuando canta sus canciones entre los viñedos. 

“Pero hay algo que si le digo”, dice Luz Elena, “todos los que venimos acá es por necesidad, quien diga lo contrario es mentira”.

El Mayor 

El grupo de trabajadores es dirigido por Benigno, originario de Veracruz, hombre que se hizo en el campo, recio pero a la vez amigable, él desde temprana edad llegó a trabajar en la pizca de la mazana, allá por la Avenida Lerdo que lleva a Shafter.

"Don Beni", o "El Mayor", como le dicen los trabajadores a su cargo, cuenta que a le gustaba mucho el trago y siempre se gastaba todo lo que ganaba en comprar licor, “aguantaba, pues era joven”, hasta que un día, comenta, decidí salir del alcohol y dedicarme a mi hogar, entonces ya casado con Caty, con quien tuvo cuatro hijos, Daniel, David y dos jovencitas Lizbeth y Lizzeth, quienes no conocen el lugar donde nació su padre en Veracruz.

Benigno siempre quiso terminar la escuela y convertirse en un gran licenciado, cuenta con mucho orgullo que cuando iba a la secundaria su padre le compró un portafolio donde llevaba sus útiles, por lo que era el único de la clase que iba bien vestido y con portafolio, ya que su deseo era ser una persona importante, pero no pudo cumplir su sueño porque su padre dejó el hogar y él tuvo que comenzar a trabajar en los campos de caña para ayudar a su madre y hermanos. "Don Beni" asegurra que de haber tenido la oportunidad, hoy sería licenciado.

"El Mayor", recomienda a quienes quieran venir a Estados Unidos que lo piensen dos veces, “acá se pasa muy difícil la vida, siempre hay que estar trabajando y pagando 'biles' (recibos de los servicios como luz, agua, teléfono, etc.) y sobre todo la renta".

Al preguntarle por su padre, encoje los hombros y revela que ya nunca lo volvió a ver desde que salió de su pueblo, “él murió allá”, y agrega que tampoco volvió a ver a sus hermanos y otros familiares; al hombre recio se le quiebra su voz al recordar Veracruz, pero ahora está acá y tiene que sacar adelante a su familia.

Don Beni

Segundo

Fidel conocido por los migrantes como “segundo”, es el trabajador que se encarga de revisar que vayan sacando la uva conforme a los pedidos. De aspecto fuerte y también curtido por los años de trabajo en el campo cuenta que después de salir de Veracruz se fue para Sonora, donde trabajó en condiciones sumamente difíciles, para después saltar la línea y llegar a Valle Central.

Con la experiencia de haber trabajado la uva en campos mexicanos, no le fue difícil adaptarse a las uvas californianas. Fidel también tiene su historia de alcoholismo, que afortunadamente superó y ahora sus hijos ya grandes viven su “sueño americano”.

El "segundo" siempre está dispuesto a enseñar y ayudar a sus compañeros, él es quien recibe las quejas de todos y la solicitud de los insumos. Gran platicador, hace la vida más fácil en el campo debido a su buen sentido del humor.

En este campo de uva, también conocimos a Don Ramón, un tipo recio y también de edad avanzada que trabaja entre los surcos y que vende chicharrón por pedido que el mismo elabora, - muy bueno, por cierto -. Él nunca falta a trabajar en compañia de su esposa y es el compañero con quien todos quieren platicar. 

En el viñedo es común escuchar a lo lejos el grito de “el bajón” -que se expresa cuando los racimos de uvas están fáciles de cortar-. En esta ocasión es Bobby, quien celebra no hacer mayor esfuerzo para recolectar la cosecha.

Bobby le entra sin temor al trabajo duro de sacar la fruta de las viñas que se encuentran repletas de uvas, y mientras labora hace bromas bilingües, que van del inglés al español y del español al inglés.

Las mujeres  

Algo que llama mucho la atención, es el trabajo de las mujeres, porque son muchas y todas saben hacer sus labores al pie de la letra, como dicta el manual de la pizca y el empaque.

Así podemos escuchar los nombres de María y Brenda, dicharacheras y siempre alegres que hacen sonreír a sus compañeros que las escuchan, entre ellas Lety y Mara, excelentes trabajadoras. Entre el español y el inglés, a muchas mujeres se les escucha como están al pendiente de sus hogares y sus hijos.

La pizca de la uva en California

Por allá, entre las matas verdes y las uvas rojas, encontramos a Oliver oriundo de Oaxaca, quien lleva muchos años trabajando en los campos del Condado de Kern, pero que no deja de añorar su terruño, familiares, amigos, comidas y sobre todo a México.

Otro trabajador de edad y que es experto en la pizca, Don Tony platica conforme va cortando las uvas, cómo llegó a este lugar, en compañía de Daniel, familiar joven que ya sabe de los viñedos.

La jornada transcurre en calma hasta que de pronto se escucha entre los surcos, “¿A que venimos a Estados Unidos?, y todos responden: “A triunfar”, entonces se vuelve a oir: “pues agarren su carretilla y éntrenle al surco”, lo que genera la risa de todos los trabajadores migrantes.

De esta forma pasa el tiempo, las ocho horas de rigor, mientras las bandejas viajan de dentro y fuera del viñedo. Las cajas llenas son recogidas por un camión “troque” como le llaman;  la hora se paga a 15.10 dólares más la producción por caja a 35 centavos cada una. 

Uva de California

Hasta el próximo año 

Hoy, es el último día de trabajo en el corte de uva, el ambiente se nota diferente, la cuadrilla trabaja a todo lo que da, mientras que ya se alistan unas mesas donde minutos más tarde, los trabajadores comerán un gran plato de pozole caliente, mientras que "El Mayor", "La Tía" y "Segundo", disfruntarán de un caldo de pescado suculento.

La uva que se cosecha en este campo de California llega a las mesas de los estadounidenses a partir del último jueves de noviembre durante la celebración del Día del Pavo o Turkey Day.

En todas las mesas de Estados Unidos, aparece esta uva de Valle Central en las fiestas de diciembre, Navidad y Año Nuevo, una uva que lleva todo el esfuerzo, sueños y sufrimientos de trabajadores migrantes, que llegan buscando el sueño americano, para que sus familias puedan tener mejores condiciones de vida.

Uvas de California EUA

 

 

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