Sufren ocultamiento e invisibilización comunidades indígenas en Nuevo León

Ocultamiento e invisibilización en comunidades indígenas de Nuevo León (Foto: Conacyt)
Sección: 
Pueblos Originarios

El ocultamiento y la invisibilización son los principales problemas a los que se enfrentan las comunidades indígenas que residen en Nuevo León, de las cuales forman parte casi 350 mil personas, cifra que representa siete por ciento de la población estatal, donde, de acuerdo con el censo de 2015, los grupos que se encuentran son los de habla náhuatl, huasteco, otomí y de lenguas zapotecas.

Esta problemática ha sido documentada por el Centro de Estudios Interculturales del Noreste (CEIN), a través de estudios sobre la población indígena donde se indica que la percepción de la población de la Zona Metropolitana de Monterrey (donde se concentra 95 por ciento del total en Nuevo León) sobre dichas comunidades es negativa.

En su publicación El indígena imaginado, escrito por el director del CEIN, Juan Antonio Doncel de la Colina, a partir de una aproximación antropológica y estrictamente cualitativa, se muestra que los principales estereotipos hacia esta población se asocian con la pobreza, la falta de educación y el color de piel.

“Uno de los principales problemas es contestar la cuestión ‘¿qué es un indígena?’, porque metodológicamente existe un universo definido, pero falta saber qué es para el Inegi, qué es para los políticos y qué es para la sociedad”, señala Doncel de la Colina, miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Es precisamente esta divergencia de criterios la que lleva al ocultamiento de los indígenas en Nuevo León, a una crisis de identidad, que si bien no es única en los indígenas sino en los mexicanos, afecta a la hora de planear políticas públicas.

“No solo la población indígena se esconde, también las autoridades educativas los invisibilizan, pues piensan que es un problema minoritario. Esto pasa por el supuesto discurso de igualdad, este concepto homogeneizador donde no se hacen diferencias, algo que se da por el temor de parecer racistas”, indica.

Para el también docente, una de las situaciones que contribuyen a la diferenciación de estos grupos sociales se encuentra en las instituciones educativas, las cuales no dan espacio a identidades distintas a la de la mayoría.

“En todas las escuelas donde investigamos, los únicos actos de reafirmación colectiva que encontramos tienen que ver con la mexicanidad, principalmente con los honores que se rinden a la bandera, pero no hay espacio para otro tipo de identidades”.

Esta falta de apertura contribuye a la invisibilización, un proceso que afecta a los indígenas de forma pasiva.

“La invisibilización no les afecta en su cotidianidad pero sí a nivel político, pues no están en la agenda. Esto repercute en las políticas públicas donde entra la infraestructura, la educación, la salud. La vida a la que han estado expuestos no los hace conscientes de la discriminación de la que son parte, algo de lo que se dan cuenta hasta que llegan a la ciudad”.

Ante semejante problemática, el Centro de Estudios Interculturales del Noreste ha lanzado una serie de recomendaciones para que figuren en la agenda pública, entre las que destaca la necesidad de realizar un censo fiel del estudiantado indígena.

“En un país con tanta sangre indígena, donde no están establecidas las diferencias exactas entre indígenas y mestizos, está la necesidad de un censo que ayude a diagnosticar cuántos miembros de dichas comunidades en Nuevo León estudian y hasta qué nivel”.

El investigador añade a las recomendaciones el imperante de establecer un mecanismo censal que permita distinguir entre los indígenas que se consideran como tales, los que lo niegan pero hablan la lengua de sus padres y entre aquellos que nacieron fuera de las comunidades indígenas y no hablan la lengua.

Conocer el número preciso de comunidades indígenas en el estado norteño no se limita a contar con un estudio cuantitativo, porque las apreciaciones cualitativas expresadas en el artículo “Identidad étnica de preparatorianos universitarios indígenas en México ante las representaciones mediáticas de ‘lo indígena’", autoría del investigador, dejan ver que el desarrollo de una postura crítica en dichos segmentos pasa por la educación que han recibido, en conjunto con sus vivencias personales.

“En los diversos testimonios que hemos recopilado se demuestra la relación directa entre la educación como medida de empoderamiento entre los estudiantes indígenas. A mayor nivel de educación es notorio el desarrollo de una conciencia crítica frente a sus problemas, a su entorno, así como un orgullo por sus raíces. De hecho, se puede apreciar en el texto que los testimonios con mayor desenvolvimiento y análisis sobre la situación vienen de alumnos de maestría”, destaca Doncel de la Colina.

Aunque el empoderamiento es notorio en aquellos que logran concluir una formación profesional, el porcentaje de indígenas actualmente matriculados en instituciones educativas, señala el director del CEIN, es menor a uno por ciento en Nuevo León, con cerca de tres mil inscritos.

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