Poco interés de candidatos presidenciales en Agenda Verde

En lo profundo

Los dos temas más superficiales en el tercer y último debate presidencial fueron los que se tocaron al final: desarrollo sustentable y cambio climático. Desafortunadamente, el tiempo fue utilizado para continuar con las descalificaciones y confrontaciones. Ni si quiera en los posdebates o en los memes fue un tema trascendental. En pocos minutos, se hizo evidente que las escuetas propuestas de los cuatro candidatos fueron en muchas ocasiones contradictorias a sus propias plataformas electorales, sin considerar una transversalidad del significado de la misma palabra "sustentabilidad", la cual considera la conjunción del desarrollo económico, social y ambiental.

No se puede hablar de políticas ambientales sin tener en cuenta que el deterioro del medio ambiente representa una degradación del capital natural y de la salud humana, y por lo tanto de la calidad de vida; sin considerar que los costos totales por agotamiento y degradación ambiental representan el 5 por ciento del PIB; o que la pérdida de biodiversidad en ocasiones está ligada al crimen organizado y a políticas sociales asistencialistas.

Así, se mencionaron tangencialmente temas, por no decir enunciados o palabras, como las áreas naturales protegidas, la vaquita marina, la adaptación y mitigación al cambio climático, el transporte público, el uso de energías renovables, la deforestación, etc. Sin embargo, vamos a recapitular algunas de las desafortunadas respuestas sobre temas ambientales en el tercer debate.

Para Jaime Rodriguez Calderón El Bronco la deforestación se acaba con "culturizar" a la gente (whatever that means). Como ingeniero agrónomo dijo que buscaría la producción de plantas. El no proteccionismo, sino el fomento, dijo el Bronco. Apostando a la producción comercial forestal y no al desarrollo forestal sustentable. Tratamiento 100% de agua, sin decir con qué dinero y cómo le haría: falta más de un sexenio para dar cobertura total a la población en saneamiento. Así como reducir la semana laboral para desincentivar el uso del automóvil, en vez de promover un transporte público eficiente.

Ricardo Anaya habló de impulsar el uso de energías renovables, instalando aerogeneradores y paneles solares, promoviendo el uso de automóviles eléctricos, y fortalecer a las áreas naturales protegidas. Las propuestas iban bien, hasta que tomó la decisión de dar prioridad a utilizar su tiempo para atacar a otro candidato.

Sobre nuestros mares, José Antonio Meade fue el que tuvo la única oportunidad de opinar, sin embargo no dijo nada más que "vaquita marina" y cambió el tema. Del precio de los combustibles culpó a los conflictos de Medio Oriente, sin ser claro. Se inclinó por la producción de energía nuclear, la cual es peligrosa y no renovable. También apoyó la producción de energía a partir de la incineración de basura, proceso altamente contaminante que tiene graves consecuencias en la salud ambiental y humana.

Andrés Manuel López Obrador propuso como adaptación al cambio climático plantar árboles frutales maderables en el sureste del país, peor aún, donde hubo selvas, lo que contribuiría a una pérdida de biodiversidad. Propuso la construcción de hidroeléctricas como energías renovables, cuando no lo son. También propone controlar el precio de las gasolinas apostando al incentivar su uso a través de subsidios y la construcción de refinerías. Esto es totalmente antiambientalista.

Un tema polémico y popular ha sido el subsidio a las gasolinas. La mayoría de los candidatos han prometido bajar el precio del combustible, medida que tal vez no es la mejor opción para combatir el cambio climático. Según el instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), el subsidio a las gasolinas beneficia más a las personas de altos ingresos. Esto es, por cada peso que se benefician las personas de más bajos ingresos, las de altos ingresos se benefician hasta con 32 pesos. Lo anterior se debe a que las personas de mayor ingreso consumen más gasolina. Así, el sector 20% más rico del país recibe casi 60% del beneficio total, y el 20% más pobre recibe únicamente el 3%.

¿Qué programas sociales se podrán implementar con los 67 mil millones de pesos que se destinaron en 2017 para subsidios a las gasolinas y así para dar un beneficio a ese 20% de la población? ¿Por qué no mejor invertir en un transporte público eficiente y seguro? Invertir en construir más refinerías y subsidiar los combustibles es apostar a seguir dependiendo de una economía petrolizada, y por lo tanto de una producción de gases contaminantes que contribuyen al cambio climático. En México, la contaminación mata a más de 12 mil personas al año y daña a muchas más. Por ello, no debemos esperar a que se acabe el petróleo para impulsar una revolución energética y transitar a las energías limpias y renovables.

Los candidatos no tenían que descubrir el hilo negro, pero por lo menos debieron esforzarse en estudiar y en proponer, y no en atacar. México tiene buenas leyes ambientales, lo que hace falta es mejorarlas, y sobre todo, hacerlas cumplir. El próximo presidente estará a cargo de unos de los 5 países con mayor biodiversidad del planeta, y para ello debe comportarse a la altura y fortalecer las políticas ambientales. No por el bien de los ambientalistas, sino por la salud y la calidad de vida de los mexicanos, por la protección de nuestro capital natural.

* Este contenido representa la opinión del autor y no necesariamente la de Algo Que Informar.

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