El dilema del árbol de Navidad ¿Natural o artificial?

Árbol de Navidad
Sección: 
Medio Ambiente

Para muchos es la mejor época del año, llena de luces, adornos, regalos y reuniones con amigos y familiares.

De acuerdo a una encuesta online de Consulta Mitofsky, al 84 por ciento de los mexicanos les gusta la Navidad y ocho de cada 10 se toman el tiempo para adornar su hogar u oficina con un arbolito de Navidad, por lo que cada año el dilema es el mismo, un pino ¿natural o artificial?

¿Cuál contamina más?, según la consultora internacional Carbon Trust, la huella de carbono, que se genera por la transformación de un pino natural a composta es de 3.5 kilogramos de CO2 o Dióxido de Carbono, mientras que la del pino artificial es 11 veces mayor, de 40 kilogramo, y para hacerlo más sostenible tendría que reuitilizarse por lo menos durante 12 años.

Los árboles artificiales son regularmente fabricados en China con subproductos del petróleo como el plástico y el PVC, que es un polímero tóxico.

“Un árbol artificial tarda hasta 500 años en degradarse; en cambio un árbol natural, no solo no contamina sino que captura dióxido de carbono y evita el calentamiento global”, aseguró Gustavo López Mendoza, gerente de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) en la Ciudad de México.

Un argumento falso contra los pinos naturales es que se trata de una tala, explicó Germán López Sarabia, socio fundador de El Pinar de la Cima, un bosque de árboles de Navidad, ubicado en el kilómetro 43.5 de la carretera federal México - Cuernavaca.

“Esto es erróneo, estas plantaciones comerciales nacieron con la intención de que se acabara la poda o la tala en los montes y en los bosques cercanos a las ciudades”, detalló.

El gerente de la Conafor en la CDMX señaló que los árboles de Navidad son una siembra sustentable, “así como uno cosecha uvas, manzanas o platanos, así cosecha uno árboles de Navidad, no tenemos por qué objetar ese tipo de producción”.

Los pinos naturales se cultivan en 19 entidades del país; las especies más comunes son: Ayacahuite o Pino Vikingo, Oyamel y Pinabete; el Estado de México y la Ciudad de México encabezan la producción, siendo la Alcaldía de Tlalpan la que en la capital del país concentra el 95 por ciento de la oferta.

La superficie total sembrada en el país es de 11 mil 300 hectáreas, lo que genera empleo en toda la cadena productiva, de acuerdo al empresario Germán López Sarabia.

“Porque el peso que dejan aquí, finalmente tampoco es para los que producimos sino que se genera un mercado local, viene gente y vende pan, queso, nosotros mismos contratamos gente de la misma comunidad”, indicó.

Los pinos naturales se cultivan en terrenos ociosos, lo que evita la erosión, ayuda a la recarga de los mantos acuíferos y evitan el avance de la mancha urbana, al convertirse en pulmones para las ciudades.

“Es una forma sustentable de aprovechar el bosque y para la Ciudad de México, es muy importante porque es una forma de detener el avance de la mancha urbana; si nosotros tenemos el terreno cubierto con árboles, va a ser más dificil que las inmobiliarias se apropien comprando estos terrenos”, destacó el gerente de la Conafor.

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